La difusión de la prescripción

Publicado el 21 de octubre de 2010 por Pablo Fiestas

Es probable que hayas oído la frase “una experiencia positiva se transmite a 3 personas, una negativa a 10″. Se trata del fenómeno de la prescripción y su difusión. Fans, clientes fieles, presciptores, todos ellos son clientes muy, muy valiosos para las compañías, pero, ¿cómo nos comportamos cuando prescribimos y cuando nos prescriben?

Trnd y la escuela de negocios ESCP Europa, en Berlin, ha elaborado un estudio en el que analiza cuánto de cierto hay en esta frase. Ha preguntado a 30.000 personas y, ¿cuál ha sido la conclusión? Que esta frase no es del todo cierta.

Tras realizar la encuesta, han concluido que – es al menos la intención que tenemos – le contamos experiencias positivas a 7,44 personas y le contamos experiencias negativas a 8,25.

Si bien el estudio parece estar especialmente dirigido a productos de consumo masivo, probablemente el comportamiento para otras condiciones probablemente sea similar. Desde luego, nos aporta datos nuevos sobre la frase que citaba anteriormente, la cual, por cierto, ¿alguien sabe de dónde viene?

Otro de los datos que revela el estudio es que, de forma espontánea recordamos sobre todo experiencias positivas, de hecho, el 89% de los encuestados recordaron la última experiencia que les contaron como positiva. Parece entonces que tendemos a hacer caso omiso a lo malo. O más bien, tendemos a recordar lo bueno. Sin embargo, ¿ocurre igual cuando no nos preguntan por la última experiencia en general?, ¿nos comportamos igual cuando nos preguntan directamente por una marca o por un producto?

De hecho, podemos hacer el ejercicio. ¿Qué es lo último que recuerdas que te haya dicho alguien que conoces sobre tu proveedor de telefonía, o sobre uno de sus competidores, o sobre el sitio donde haces la compra, o sobre las marcas de coche que te planteaste comprar pero al final no compraste?

No dispongo de datos que lo confirmen ni lo desmientan, pero creo que nuestra cabeza sí asocia experiencias de otros a marcas o productos concretos. Si la experiencia fue especialmente llamativa, recordamos la experienciatuve una intoxicación después de ir a comer a tal restaurante—. Si no es tan llamativame marearon 30 minutos al teléfono y no me lo resolvieron hasta 3 días después—, termina influyendo en la percepción que tenemos de la marca o el producto —”nunca me pasaría a tal compañía de teléfono.” “¿Por qué?” “Pues porque todo el mundo dice que es mala.” Cuando todo el mundo puede ser tres personas—.

Me inclino a pensar que los procesos mentales que nos llevan a recordar lo que nos prescriben va por caminos diferentes si hay una marca a la que asociarlos o no. Si no, ¿cómo sería posible que recordáramos tantas experiencias negativas si sólo un 7% de los clientes recuerdan que la última fuera de este signo?

Otro de los elementos que sin duda influyen en la difusión de la prescripción es el hecho que lo genera. Cuanto más extraordinario, más sorprendente, más singular sea, con más fuerza se difundirá y mayor alcance tendrá: Se lo contaremos a más personas y mas personas estarán la “redistribuirán”.

En cualquiera de los casos, y aunque poco se pueda hacer al respecto, es interesante conocer cómo se difunde la prescripción, desde el punto de vista del emisor y desde el punto de vista del receptor. Lo que sí queda al alcance de las empresas es generar la satisfacción en sus clientes (mejor que insatisfacción, ya que en esta dirección también se producirá) que haga posible que empiecen a difundir sus experiencias y recomendar sus productos y servicios.

Comentarios (2)

 

  1. Hola!

    Interesante el artículo. Me recordó que en uno de los cursos que doy, hablamos precisamente de cómo una mala experiencia con el cliente puede llegar a ser nefasto para la imagen de una empresa.
    Recuerdo una vez que fui a dar el curso en Madrid, y durante un descanso, abrí mi cuenta de email y vi que un amigo me había pasado el link a una página web. Dicha página había sido creada por un cliente insatisfecho…y más que insatisfecho, resignado. Ironizaba sobre un episodio ocurrido con una bolsa de ensalada de una marca conocida que compró, de esas ready-to-eat.
    Explicaba que al llegar a casa escuchó un ruido en la bolsa de la compra. Y cuál fue su sorpresa cuando descubrió que dentro de la bolsa de la lechuga, en principio ya lavada y cortada, lista para servir, se encontró una rana, y viva!!
    Al parecer, llamó al Centro de Atención al Cliente, e imagino que por lo raro del caso, las respuestas que le daban no dejaban de ser curiosas: envíenos la bolsa y le reembolsaremos el importe. Con lo que puede llegar a tardar el envío la pobre rana moriría asfixiada…!! Cansado de no obtener una respuesta apropiada, decidió poner en libertad a la ranita, no sin antes retratarla en numerosas ocasiones, dentro y fuera de su bolsa, y crear la página web en modo de queja donde exponía los hechos.
    Me gustó tanto este caso, que allí mismo, en la sala del curso, mostré a los participantes este ilustrativo ejemplo.
    La página web estuvo activa durante unos días, los suficientes como para que la noticia diera la vuelta por cientos de Inbox.

    Supongo que finalmente la empresa decidió compensar al cliente por tan vergonzante experiencia.
    Eso sí, la ensalada fresca era.

    Saludos!
    Cristina

  2. Alberto Córdoba dice:

    Muy buen caso de prescripción. Qué pena que la rana no pudiera hablar para saber por qué estaba ahí

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